Fútbol Peruano
UN REY AL AZAR: EL CASO FACUNDO CASTRO
En los pasillos del fútbol, muchas veces lo que se juega fuera de la cancha pesa tanto como los 90 minutos. El caso de Facundo Castro, actual jugador de FBC Melgar, es el fiel reflejo de cómo el destino de un futbolista puede estar más influido por estrategias de escritorio que por su rendimiento dentro del campo.
La verdad de toda la milanesa es que su representante ya lo está vendiendo por toda la Primera B argentina. Lo ha ofrecido a medio torneo, con Colón como el club que ha mostrado mayor interés, aunque no es el único. Mientras tanto, Facundo parece haberse impuesto algunos obstáculos —más mentales que futbolísticos— que lo han llevado a ver su continuidad en Arequipa como un callejón sin salida. Y es que en el fútbol, el factor mental es determinante. Cuando un jugador no se siente valorado o no encuentra su lugar, el rendimiento y la motivación se desploman.
Desde su entorno ya no esconden la intención: tanto él como su agente están haciendo todo lo posible para dejar la tienda rojinegra cuanto antes. No hay pelea interna, ni conflicto visible con el cuerpo técnico o la dirigencia. Pero sí hay una realidad emocional y profesional que empuja a Facundo hacia la puerta de salida.
Y hay un detalle clave que pone en alerta a Melgar: el libro de pases en la B argentina cierra el 12 de junio, por lo que cualquier movimiento debe darse en cuestión de días. De concretarse su salida, el Dominó no podría reforzarse hasta julio, cuando se abre el mercado en Perú. Un golpe durísimo considerando que otros nombres clave como Bordacahar y Cuesta tampoco están al 100%, y el equipo necesita variantes ofensivas con urgencia.
La salida de Castro no sería solo una baja más. Sería la pérdida de un jugador con experiencia, ritmo competitivo y que ha sido parte de un proceso importante en el plantel. Su aporte, aunque no siempre visible en goles o minutos, ha sido vital en la dinámica de grupo.
Aún no hay un adiós oficial, pero las señales están claras. Melgar deberá tomar decisiones con la cabeza fría y los ojos bien abiertos. Porque si no se mueve rápido, puede quedarse mirando cómo se le escapan piezas importantes sin margen de reacción.
Facundo quiere jugar. Y el que mueve los hilos, ya empezó la partida: su representante.